Dadildis de Pallars - Индекс потомака
Из пројекта Родовид
2
21/2 <1+1> ♂ w Sancho Garcés I de Pamplona (Navarra) [Jiménez]Свадба: <2> ♀ w Toda Aznárez de Navarra (de Navarra) [Íñiga] b. 2 јануар 876 d. 15 октобар 958
Титуле : од 905, King of Pamplona
Смрт: 11 децембар 925, San Esteban de Resa
Титуле : изм 925 и 29 мај 931, Rey de Pamplona
Смрт: 29 мај 931, Pamplona, Marca Hispánica
3
81/3 <3+3> ♂ García Jiménez [Jimena]Свадба: <4> ♂ Ordoño II de León [Astur] b. 871 d. јун 924
Свадба: <5> ♂ w Álvaro Herrameliz [Lantarón] d. 931
Свадба: <6> ♂ Fernán González [Cantabria] b. 910 d. 970
Титуле : 932, Comtesse de Castille
Смрт: 959
Свадба: <7> ♀ Andregoto Galindez [?]
Свадба: <8> ♀ Andregoto Galíndez [Galindo] b. 900 d. 972
Титуле : изм 925 и 970, Pamplona, Rey de Pamplona
Титуле : изм 943 и 970, Conde de Aragón
Свадба: <9> ♀ Teresa de León [Astur]
Смрт: 22 фебруар 970, Pórtico de La Pequeña Iglesia de San Esteban, En El Castillo de Monjardín.
Sucedió a su padre cuando contaba solamente cinco o seis años de edad. Conforme a una costumbre seguramente tradicional, fue puesto como pupilo (creato) al cuidado de un ayo o “eitán”, en este caso Jimeno Garcés, su tío primero por partida doble, el pariente más próximo de la familia regia y encargado por ello de ejercer transitoriamente en su nombre las funciones propias del monarca. Llegado a la mayoría de edad para el desempeño efectivo de la potestad regia (potestas regia), entonces a los catorce años, su madre Toda se entrevistó con el califa ‘Abd al-Raḥmān III y logró arteramente que lo reconociera como “señor” de Pamplona y sus tierras riojanas de Nájera, alegando al parecer sus lazos familiares, pues el soberano cordobés era nieto de Ónneca, madre de la propia Toda. En el tratado concertado a tal efecto (Calahorra, julio de 934) se renovaban en cierto modo las cláusulas de fidelidad y subordinación política del antiguo pacto, pero no se contemplaba ya el signo permanente de dependencia teórica que era el tributo anual.
Casó tempranamente con Andregoto, hija del último conde aragonés, Galindo II Aznar, cuyos dominios fueron incorporados en circunstancias desconocidas al espacio monárquico pamplonés, extendido así a los valles del curso superior de los ríos Aragón y Gállego hasta los confines de Sobrarbe. Sin embargo, su trayectoria política iba a orientarse principalmente hacia el oeste en estrecha sintonía y comunidad de proyecto político con el reino de León, como consecuencia de los estrechos lazos de parentesco y solidaridad anudados entre las familias reinantes de ambas monarquías. Como colofón de la estrecha colaboración bélica en tierras najerenses sobre todo, Sancha, hija de Sancho I Garcés y Toda, había sido dada como esposa a Ordoño II. Por añadidura la misma reina pamplonesa había casado a su hija Ónneca con el nuevo monarca leonés Alfonso IV (925-931), hijo del mismo Ordoño, y luego a Urraca con Ramiro II (931-951), hermano y sucesor del anterior. Un vástago de este matrimonio, Sancho I “el Craso”, lograría más adelante (956) la sucesión en la corona de León, que se vería obligado recobrar frente a Ordoño IV, otro nieto de Toda. Contó para ello con el tenaz apoyo de su abuela pamplonesa, quien no tuvo reparos en volver a recurrir, ahora en el propio palacio califal, ante su pariente ‘Abd al-Raḥmān III para obtener el socorro militar necesario para hacer realidad tal empeño (959).
Por lo demás, para reforzar los nexos familiares y políticos con León, García I Sánchez había tomado hacia el año 941 como segunda esposa a Teresa, hija de Ramiro II, al parecer tras haber desistido del matrimonio concertado con una hija del conde barcelonés Suñer. Mas el repudio de Andregoto no impidió que su hijo Sancho II Garcés, nacido de las disueltas nupcias, heredara en su momento el reino paterno (970) y contara con la eficaz asistencia de su hermanastro Ramiro Garcés “el de Viguera”, fruto del aludido segundo matrimonio.
Por lo demás, las relaciones pamplonesas de parentesco se habían extendido también a las familias de magnates cristianos que regían las cercanas circunscripciones dependientes del reino leonés así como las que flanqueban los dominios pamploneses por el este y el norte. Viuda tempranamente de Ordoño II, la citada Sancha, hija de Sancho I Garcés y Toda, contrajo sucesivas nupcias con Álvaro Herrameliz, conde de Álava, y hacia los años 931-932 con Fernán González, conde de Castilla. Su hermana Belasquita tuvo como esposos primero a Momo, conde de Vizcaya, y luego a Galindo, hijo del conde Bernardo de Ribagorza. La conexión castellana cobraría especial importancia durante el último tercio de siglo, cuando León se iba a debatir angustiosamente entre agudos problemas internos y los más duros asaltos musulmanes. De momento, el citado conde Fernán González, viudo ya de la pamplonesa Sancha, tomó como nueva esposa a Urraca, hija de García I Sánchez y Teresa , y su propia hija Urraca Fernández, viuda sucesivamente de los reyes leoneses Ordoño III y Ordoño IV, casó hacia el año 962 con el futuro Sancho II Garcés, primogénito y sucesor de García I Sánchez.
Debe añadirse, entre las expresiones de la profusa política matrimonial de la familia regia de Pamplona en este período, el nexo trenzado con la dinastía condal de Gascuña a través de la unión de Urraca, hija de García I Sánchez y viuda ya de Fernán González, con el conde Guillermo Sánchez, cuyo hijo Sancho Guillermo iba a frecuentar luego el palacio itinerante de los reyes pamploneses hasta tiempos de Sancho el Mayor. Se trataba de momento en este caso de relaciones de buena vecindad, como las anudadas anteriormente por el conde aragonés Galindo II Aznar en su matrimonio con Acibella, hija del conde García Sánchez de Gascuña, abuelo a su vez del citado Guillermo Sánchez. En ese mismo sentido se puede interpretar el enlace de Lopa, una de las hijas naturales de Sancho Garcés I, con un conde de Bigorra. Por lo demás, basta resaltar el significativo cese de los lazos de parentesco establecidos en el siglo anterior por los príncipes o “señores” de Pamplona y los condes de Aragón con magnates musulmanes de la “Frontera Superior”. Es cierto que la reina Toda, como se ha apuntado, explotó políticamente, siempre que le convino, las primeras nupcias de su madre Onneca, hija de Fortún Garcés, con el emir Abdallah, abuelo a su vez de ‘Abd Al-Raḥmān III, nacido por otra parte de la unión de su padre Muḥammad con Muzna, una cautiva vascona.
Después de las conquistas de Sancho I Garcés, el creciente y poder militar y la hegemonía política del califato instaurado oficialmente en al-Andalus (929) por ‘Abd al-Raḥmān III an-Nāṣir li-Dīn Allāh, “defensor de la religión de Allāh”, iban a obligar a los monarcas pamploneses a frenar sus impulsos ofensivos y limitarse a salvar su joven reino y sus nuevas fronteras más que con las armas mediante oportunas maniobras diplomáticas. Sin embargo, no se olvidó en ningún momento el proyecto colectivo que había alentado la vertebración de la nueva formación política, y los propios reveses, contrariedades y ruinas lo fueron acrisolando comunicándole los nítidos perfiles manifiestos en las representaciones historiográficas e intelectuales que iba impulsar el siguiente monarca.
Se han referido ya las interesadas comparecencias de la reina Toda ante su sobrino ‘Abd al-Raḥmān III en Calahorra y en el propio palacio cordobés. Por la corte del siguiente califa al-Ḥaqam II (961-976) iban a desfilar sucesivas legaciones pamplonesas a fin de negociar treguas que podían evitar nuevas pérdidas de plazas fronterizas. Parece que tras la definitiva ocupación musulmana de Calahorra se desplazó un selecto grupo de magnates pamploneses (968/969) para solicitar una tregua, como la que negociarían tres años después (agosto 12 de 971) el abad Bassal y Velasco, cadí, iudex o mandatario regio de Nájera, y que seguramente se garantizó al mes siguiente enviando como rehén a Jimeno, hermano del nuevo monarca pamplonés Sancho II Garcés. Todos estos compromisos aparentemente amigables con Córdoba se realizan por pura conveniencia y desde posturas coyunturales de inferioridad y fingidas sumisiones. Resultaban pausas y humillaciones sin duda necesarias dentro de la línea política de oposición radical entre los dos irreconciliables espacios de civilización y cultura y, por parte de las sociedades astur-leonesa y pamplonesa, no suponen un repudio efectivo del programa de expansión o “liberación” cristiana de Hispania.
Quizá para atajar y castigar los asaltos fronterizos de Jimeno Garcés, tutor del monarca pamplonés, emprendió ‘Abd al-Raḥmān III la expedición que lo llevó a Calahorra y dio motivo a su mencionada entrevista con la reina Toda (934), pero a los tres años consideró que los pamploneses habían roto el pacto entonces suscrito, quizá por haber apoyado la rebelión del valí gobernador tuyibí de Zaragoza. Asoló, pues, en dos incursiones los márgenes limítrofes de los dominios de la “bárbara” Toda como narra un analista árabe. Tras el asedio y rendición de Uncastillo, a cuyo alcaide Sarracín (Saryin) dejó marchar, llevó las depredaciones por las tierras próximas, “hasta el corazón del país”, para salir por Tafalla que fue incendiada. Arrasó moradas, quemó alquerías, abatió fortalezas, taló los árboles frutales “frecuentes en aquella zona”, pero más o menos como en la campaña del año 924, halló todos los lugares abandonados y, conforme a la táctica tradicional de defensa del país ninguna unidad armada se aventuró a hacerle frente (agosto de 937). En diciembre siguiente las fuerzas cordobesas cayeron sobre el sector occidental de la frontera y en el llano presidido por la fortaleza de San Esteban (Monjardín) hicieron huir a las tropas pamplonesas y con un cuantioso botín y numerosos cautivos regresaron por la fortaleza de al-Monastir (probablemente cerca de San Adrián), “en el confín del país de Pamplona”, donde se entregaron y fueron decapitados el “conde” o alcaide, “uno de los más nobles vascones” y sus 60 compañeros. Parece que entonces la reina Toda y su hijo se avinieron a negociar el oportuno cese de hostilidades .
A los dos años García I Sánchez sumaba sus guerreros a los de Ramiro II de León para la sorprendente y espectacular victoria cristiana sobre ‘Abd al-Raḥmān III tanto en las cercanías de Simancas (6-8 de agosto de 939) como en la subsiguiente emboscada tendida a las fuerzas califales en retirada por el paraje de al-Handaq, Alhándega. La contribución pamplonesa debió de ser tan notable que los ecos llegados hasta el lejano monasterio de Saint-Gall (Suiza) se tradujeron en la pintoresca noticia que considera protagonista del memorable acontecimiento a “cierta reina llamada Toia”, es decir, la infatigable Toda. En la corte cordobesa se consideraba entonces al monarca pamplonés su mayor enemigo hasta el punto de puso como condición para otorgar la paz al conde barcelonés Suñer que este disolviera el ya referido compromiso matrimonial de su hija concertado con García I Sánchez I (940). Éste se había apoderado de la fortaleza de Labata, unos 20 km al nordeste de Huesca, y expugnó luego los cercanos baluartes de Sen y Men (941). Por ello el reino pamplonés quedó excluido del tratado de paz acordado poco antes por el califa con Ramiro II y sus condes y en un contraataque del siguiente año el valí Muḥammad b. Hasim recuperó dichas plazas y rechazó en las proximidades de Tudela a las tropas castellanas llegadas en socorro de los pamploneses.
El silencio de los textos invita a suponer que durante unos tres lustros discurrió una fase de calma siquiera relativa en las fronteras con el consiguiente alivio para la sociedad pamplonesa . Después de la muerte de Ramiro II (951) no habían tardado en producirse discordias por la sucesión en el trono leonés. Alentado por su abuela Toda había tratado Sancho I de suplantar a su hermanastro Ordoño III. Es cierto que, solo con la muerte de este último (956, septiembre), vio hacerse realidad tal pretensión, con ayuda presumiblemente de su tío García I Sánchez. Cuando a finales del siguiente año fue desplazado por su primo Ordoño IV, Toda entabló las negociaciones coronadas por su mencionada entrevista con ‘Abd Al-Raḥmān III en el palacio cordobés (958). Como acompañante de su madre y su primo, el soberano pamplonés aprovechó tal vez la ocasión para reajustar la tregua interrumpida, al parecer, el año anterior con la expedición del caíd o general Galib, quien “asoló completamente los llanos que obedecían a García hijo de Sancho y, después de haber arruinado las poblaciones, regresó victorioso”.
Las disensiones entre los príncipes cristianos, que evidentemente favorecían al monarca cordobés, no concluyeron con la reposición de Sancho I en el reino de León por un ejército musulmán (959). Por haber apoyado al derrocado Ordoño IV, yerno suyo, el conde castellano Fernán González fue apresado (960) y retenido en Cirueña durante un año por el monarca pamplonés, pero el nuevo califa al-Ḥakam II reclamó inmediatamente su entrega. Viudo ya de la citada Sancha, hermana de García I Sánchez, el enlace matrimonial del conde ahora con su hija Urraca significaría la reconciliación de los príncipes cristianos, que de tal suerte quedaban todavía más estrechamente emparentados entre sí. No tardó en producirse una enérgica e insistente reacción cordobesa y Galib condujo entre los años 963 y 967 sucesivas campañas contra la frontera castellana del Duero, en alguna de las cuales pudo haber llegado hasta tierras pamplonesas. Se ha pensado así por algún autor que en la primera se tomó por asalto Calahorra pero en todo caso, el estado de guerra culminaría con la reafirmación del dominio musulmán en todo el valle del Cidacos y la consiguiente restauración del recinto amurallado de aquella ciudad (agosto de 968). Con ello la frontera najerense ganada por Sancho I Garcés retrocedía así durante casi tres cuartos de siglo hasta al valle del Leza y el Jubera y de nuevo debió de optarse el mismo año por la negociación con Córdoba de una tregua con la duración habitual de tres años.
No obstante, todos los reveses, la naciente monarquía pamplonesa se había consolidado definitivamente, había ganado un prestigio sorprendente y estaba desarrollando un pensamiento político que se pondrá de manifiesto sobre todo en la siguiente generación. Resalta, en primer término, el vigor de un linaje que por línea paterno-filial directa de primogenitura iba a transmitir durante seis generaciones los poderes y atributos de la realeza y, con ellos, los nombres Sancho y García, como símbolo de la gloria y los carismas atribuidos al epónimo fundador de una familia de reyes. Había desarrollado una tupida red de relaciones de parentesco que suponen no solo una notoria capacidad de maniobra política, sino también la existencia de un programa ideológico especialmente operativo precisamente en los frecuentes infortunios de las guerras con el islam. Se había esforzado en conservar los dominios heredados de su progenitor, pero no había podido impedir que los musulmanes volvieran a adueñarse de la ciudad de Calahorra. Recibió cristiana sepultura en el pórtico de San Esteban de Deyo (Monjardín), el simbólico panteón regio inaugurado por su padre. Sus favores y predilección contribuyeron decisivamente al desarrollo de los grandes monasterios de San Salvador de Leire y, sobre todo, de San Martín de Albelda y San Millán de la Cogolla.
Como ya se ha anticipado, de la frustrada unión conyugal de García I Sánchez con Andregoto había nacido su primogénito y sucesor el futuro Sancho II Garcés. Fueron fruto de su matrimonio con Teresa, hija del monarca leonés Ramiro II, dos hijos varones, Jimeno y Ramiro, al que la historiografía ha atribuido como sobrenombre “el de Viguera”; su hija Urraca, como antes su tía Sancha y conforme se ha señalado también, casó con el mencionado conde Fernán González de Castilla tras cuyo fallecimiento contraería nuevas nupcias con el conde Guillermo Sánchez de Gascuña.
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Ángel Martín Duque.
http://dbe.rah.es/biografias/10260/garcia-i-sanchez_FA1: 15 мај 930, participó junto a su marido en una donación al obispo Cixila y al monasterio de San Cosme de Abellán.
Смрт: 931
Смрт: 956
4
251/4 <7+11> ♂ w Ordoño IV de León [Astur]Свадба: <19!> ♀ Urraca de Castille [Castille] d. 1007
Титуле : изм 958 и 960, Rey de León
Смрт: 960, Córdoba
Вера : 946проц, Palat del Rey, religiosa del Monasterio de San Salvador
Смрт: 986изр
Свадба: <19!> ♀ Urraca de Castille [Castille] d. 1007
Титуле : изм 970 и 994, Rey de Pamplona
Титуле : изм 970 и 994, Conde de Aragón
Смрт: децембар 994изр
Сахрана: Nájera, La Rioja, España, Iglesia del Monasterio de Santa María La Real
Свадба: <16> ♀ w Teresa Ansúrez [Beni Ansúrez] b. < 943 d. 25 април 997
Титуле : изм 956 и 958, Rey de León
Титуле : изм 960 и 966, Rey de León
Смрт: 966
Титуле : Conde de Álava
Свадба: <17> ♀ Ava de Ribagorza [Ribagorza]
Титуле : изм 970 и 995, Conde de Castilla
Смрт: 995, Córdova
Сахрана: Burgos, Monasterio de San Pedro de Cardeña
Титуле : изм 970 и 9 јул 981, Viguera, La Rioja, España, Rey de Viguera, I
Смрт: 9 јул 981
Титуле : 960, Condesa de Castilla
Свадба: <6!> ♂ Fernán González [Cantabria] b. 910 d. 970
Смрт: 1041
Свадба: <25!> ♂ w Ordoño IV de León [Astur] b. 924изр d. 960
Титуле : 962, Princesse de Navarre
Свадба: <14!> ♂ Sancho Garcés II de Pamplona (Navarra) [Jiménez dynasty] b. 935изр d. децембар 994изр
Титуле : 970, Reine de Navarre
Титуле : 972, Comtesse d'Aragon
Смрт: 1007
5
401/5 <19+20> ♀ Teresa de León [Astur]Вера : Monja
Титуле : Oña, Abadesa del monasterio de San Salvador de Oña
Свадба: <18!> ♀ Velasquita Ramírez [Astur]
Титуле : изм 982 и 984, Rey de Galicia
Титуле : изм 984 и 999, rey de León
Смрт: септембар 999
Титуле : Conde de Aragón, bajo el nombre de García III.
Свадба: <24> ♀ Ximena Fernandez [Núñez de Cea] b. 970 d. 1035
Титуле : изм 994 и 1004, Rey de Pamplona
Смрт: 1004
La historiografía moderna le ha aplicado sin mayor fundamento el sobrenombre de “El Tremuloso”, “Trémulo” o “Temblón”, tomado de la cronística medieval que lo identificaba con su padre del mismo nombre. Fue el primogénito y sucesor de Sancho II Garcés y su esposa Urraca Fernández, hija del conde Fernán González de Castilla y viuda antes sucesivamente de dos reyes leoneses Ordoño III y Ordoño IV. Aparece documentado por primera vez a los siete años de edad como confirmante de una donación de sus padres al monasterio de San Millán de la Cogolla (14 de julio de 972). Se hizo cargo de la corona y la potestad regia (potestas regia) en los primeros meses de 994 cuando estaba próximo a cumplir su tercera década de vida, es decir, en la plena madurez isidoriana del hombre de aquella época. La monarquía pamplonesa y sus gentes como el resto de la España cristiana padecieron durante su vida un cúmulo creciente de inquietudes, sobresaltos y auténticos desastres que, sin embargo, no parece que se percibieran en las altas esferas eclesiásticas en clave escatológica como una “obsesión por el fin del mundo” a pesar de las copias del tratado escatológico de Beato de Liébana, el “Comentario del Apocalipsis”, existentes entonces en el tesoro librario de San Millán de la Cogolla. Con todo, para los dominios del Reino de Pamplona el período que tuvo como bisagra el cambio de milenio constituye asimismo un paréntesis de silencio cronístico, como si sus gentes estuviesen atravesando en aquellos años de pesadilla una especie de “túnel del tiempo histórico”, una penuria de informaciones autóctonas prolongada durante más de dos siglos. Ni siquiera se conocen, por ejemplo, las circunstancias ni el momento preciso del fallecimiento de Sancho II Garcés y mucho menos del de su hijo y sucesor, García II Sánchez, cuya figura se desvanece de la memoria histórica a partir del 999, como también, por ejemplo, las de su hermano Gonzalo y el obispo pamplonés Sisebuto, tan distinguido en la actualización escrita del acervo historiográfico y cultural pamplonés.
Después de más tres décadas de pugnas fratricidas y cruentas por la realeza incluso con injerencias musulmanas en ellas, se había reafirmado sobre el trono leonés Vermudo II (985). Había soportado este monarca las más profundas y asoladoras embestidas de las huestes del “mayordomo de palacio” o ḥāŷib cordobés Almanzor que desfilaron victoriosas por los núcleos de población más representativos del reino, como León, Astorga e incluso Compostela y su santuario del apóstol Santiago. De poco sirvió entre tanto la gallarda defensa de la frontera leonesa del curso superior del Duero protagonizada por el mencionado conde García Fernández de Castilla, vencido y muerto finalmente a manos de lo sarracenos (995). Y todavía en el mismo torbellino de calamidades falleció el propio Vermudo II (999) dejando un heredero menor de edad, Alfonso V, en el mismo año precisamente en que desaparecía sin dejar rastro su primo materno García II Sánchez, sucedido también por un hijo menor de edad, Sancho III Garcés el Mayor. Cuando García II Sánchez comenzó su breve reinado de apenas un lustro, la prórroga de la última tregua con los musulmanes había requerido poco antes la presencia en Córdoba (993) de un miembro de la familia regia, en este caso de su segundo hermano Gonzalo Sánchez, encargado de conquistar “el cariño” de Almanzor y dar pruebas cumplidas de obediencia. Se trataba de otro compromiso aparentemente amigable con Córdoba realizado por mera conveniencia y en circunstancias de evidente inferioridad militar. Resultaba una pausa más de humillación sin duda necesaria dentro de la línea política de oposición radical entre los dos irreconciliables espacios de civilización y cultura, cristiandad e islam. Y por esto tanto para la sociedad pamplonesa como para la leonesa no suponían tales negociaciones y acuerdos un repudio efectivo del programa de “liberación” cristiana de la Hispania irredenta. Desde sus altivas muestras de hegemonía, el todopoderoso ḥāŷib cordobés trataba por su lado de evitar las eventuales conjunciones de de sus enemigos natos basadas en los permanentes lazos de solidaridad religiosa y familiar. Con la desaparición de Sancho II Garcés la corte cordobesa debió de considerar cancelada la citada tregua renovada el año anterior tan precariamente como las anteriores. En todo caso, hacia principios del verano del propio año 994 la furia musulmana se desató redoblada por las riberas del Ebro y, desviándose hacia el norte, el ejército de Almanzor avanzó profundamente hasta los muros de la vieja ciudad de Pamplona, cuna simbólica y corazón del reino de su nombre, rendida al cabo solamente de cinco días de asedio. Las acostumbradas promesas de sumisión y lealtad política por parte de nuevo monarca lograron una vez más un breve alivio en los fragores bélicos. Cuando estaba a punto concluir el trienio habitual de la tregua (997) y al tener noticia del ataque contra Calatayud y la muerte de un prócer del linaje tuyibí que regía la gran región de Zaragoza por una partida de caballeros salida de los dominios pamploneses, respondió Almanzor con la matanza de medio centenar de cautivos del reino pirenaico retenidos en Córdoba como rehenes, uno de ellos hecho sacrificar a manos del niño de doce años ‘Abd al-Raḥmān “Sanchuelo”, el sobrino carnal por vía materna de García II Sánchez. Éste tuvo que avenirse a solicitar una nueva tregua y liberar a los presos musulmanes que se hallaban en su poder. En esta ocasión la paz solamente duró dos años y a continuación se sucedieron tres o, probablemente, cuatro campañas más. En una profunda embestida las huestes sarracenas remontaron el curso de los ríos Aragón o el Ega para volver a alcanzar sobre Pamplona, que en esta ocasión fue completamente arrasada (999) y no debió de quedar piedra sobre piedra de la iglesia catedralicia de Santa María, que sin duda había sido reconstruida después de las ruinas sembradas tres cuartos de siglo atrás por la famosa campaña de ‘Abd al-Raḥmān III. Al cabo de casi cien años más tarde todavía se iba a evocar patéticamente la desolación de la sede episcopal cuyo propio nombre había estado a punto de ser borrado de las páginas de la historia. De la siguiente campaña se sabe que discurrió por las “colinas de Pamplona”, es decir, de la región pamplonesa, y en ella entregada a las llamas cierta iglesia de Santa Cruz de ubicación actualmente desconocida. Las tropas musulmanas provenían de tierra castellana, en Cervera, cerca y al norte de Clunia (Coroña del Conde, Burgos), donde habían arrollado (1000, julio 29) a las fuerzas cristianas reunidas “desde Pamplona hasta Astorga” bajo el mando del nuevo conde castellano Sancho García, lo que permite pensar que los dos reyes cristianos, caudillos natos en semejantes tesituras, ya habían fallecido dejando además herederos menores de edad como se ha indicado. Los estragos se habían sucedido de tal forma que incluso se borró cualquier memoria sobre el momento y las circunstancias de la desaparición de García II Sánchez, prácticamente desconocido en las crónicas medievales. Como una probable muestra del desconcierto y hasta pánico general causado por semejante situación entre ciertas minorías del país, podría situarse en los dominios pamploneses el lugar de procedencia al menos de una buena parte de los monjes exiliados por aquellos años que, refugiados en la gran abadía borgoñona de Cluny, habían pedido al abad Odilón seguir en la comunidad anfitriona sus pautas litúrgicas de origen hispano-godo según noticia de un cronista borgoñón coetáneo. No debieron de ser, sin embargo, considerables las bajas sufridas por los miembros de la nobleza consagrados al oficio de las armas, pues su entrenamiento permanente y sus ágiles monturas les permitían escapar con relativa facilidad de las arremetidas del enemigo para refugiarse en las montañas cercanas. Cabe, por otro lado, suponer siquiera muy vagamente las angustias y pérdidas materiales de las poblaciones campesinas que, asentadas en núcleos próximos a las vías de comunicación preferidas en sus desplazamientos por el ejército enemigo, huirían despavoridas con sus mínimos ajuares y algunas cabezas de ganado hacia los montes más próximos, mientras las tropas cordobesas vaciaban los graneros, arrasaban las pobres viviendas e incendiaban los sembrados. Es muy probable, por lo demás, que el cuerpo del difunto monarca fuera inhumado en San Esteban de Deyo (Monjardín) donde con toda certeza descansaban los restos mortales de sus tres antecesores en la cúspide de la realeza pamplonesa. Habían ido desapareciendo sucesivamente también sus más próximos parientes varones, sus hermanos Ramiro y Gonzalo y, como su primogénito y sucesor Sancho III el Mayor sólo contaba con diez años de edad, debieron de encomendarse las funciones o potestad regia a su tíos segundos Sancho y García Ramírez, los más cercanos parientes masculinos que le quedaban. Pero en aquellos años de severa forja de su personalidad entre tantos aprietos y aflicciones, debieron de tenerlo continuamente a su lado, en mayor grado que nadie, las dos reinas viudas, su madre Jimena y, en especial, su abuela Urraca Fernández, tan baqueteada ésta en su larga y movida existencia y cuyo nombre de Urraca se había asignado a la única hermana, pues no es seguro que fuese también hermana suya la domna Sancha Sánchez que figura como confirmante detrás de sus tíos Sancho y García Ramírez en un diploma de 991.
Bibl.: E. Levi-Provençal, “España musulmana hasta la caída del califato de Córdoba (711.1031 d. C.)”, en R. Menéndez Pidal (dir.), Historia de España, IV, Madrid, Espasa Calpe, 1950 (5.ª ed. 1985), págs. 302 y 423-429; J. Pérez de Urbel, Sancho el Mayor de Navarra, Madrid, Institución Príncipe de Viana, 1950, págs. 13-21; A. Ubieto Arteta, “¿Dónde está el panteón de los primeros reyes pamploneses?”, en Príncipe de Viana, 19 (1958), págs. 267-277; M. Ali Makki, “La España cristiana en el diwan de Ibn Darray”, en Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, 30 (1963-1964), págs. 76- 79; J. Á. García de Cortázar, El dominio del monasterio de San Millán de la Cogolla (siglos X a XIII), introducción a la historia rural de Castilla altomedieval, Salamanca, Universidad, 1969; J. M.ª Lacarra, Historia política del reino de Navarra desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla, I, Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra, 1972, págs. 152-160; A. Cañada Juste, La campaña musulmana de Pamplona. Año 924, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1976; E. Benito Ruano, El mito histórico del año Mil, León, Colegio Universitario, 1979; L. Molina, “Las campañas de Almanzor a la luz de un nuevo texto”, en Al-Qantara, 2 (1981), págs. 209-263; J. Goñi Gaztambide, Historia de los obispos de Pamplona, I, Pamplona, EUNSA, 1979, págs. 110-114; M.ª J. Viguera, Aragón musulmán, Zaragoza, Librería General, 1981, págs. 121-133; A. Ubieto Arteta, Orígenes de Aragón, Zaragoza, Anubar Ediciones, 1989, págs. 203, 244, 299 y 307-317; A. Cañada Juste, “Las relaciones entre Córdoba y Pamplona en la época de Almanzor (977-1002)”, en Príncipe de Viana, 53 (1992), págs. 371-390; L. J. Fortún Pérez de Ciriza, Leire, un señorío monástico en Navarra (siglos IX-XIX), Pamplona, Institución Príncipe Viana, 1993, págs. 73-90; A. Martín Duque, “El reino de Pamplona”, Historia de España Menéndez Pidal, VII- 2, Madrid, Espasa Calpe, 1999, págs. 118-123; G. Martínez Díez, El condado de Castilla (711-1038). La historia frente a la leyenda, 2, Valladolid, Junta de Castilla y León-Marcial Pons Historia, 2005, págs. 517-576.
Ángel Martín Duque
http://dbe.rah.es/biografias/10261/garcia-ii-sanchezСмрт: 1017
Титуле : Conde de Monzón
Свадба: <25> ♀ Urraca Gómez [Banu Gómez] d. 1025
Титуле : изм 995 и 1017, Conde de Castilla
Смрт: 5 фебруар 1017
Сахрана: Oña, Burgos, Castilla y León, España, Enterrado en el monasterio de San Salvador de Oña.
Смрт: изм 1005 и 1030
Смрт: ~ 1002
Титуле : Conde de Durango
Титуле : Conde de Nájera
Свадба: <99!> ♀ Toda Fortunez Ortiz de Aulestia [Ortiz] b. ~ 1010
Титуле : 1072, I Señor de Vizcaya. En el año 1072, Íñigo López Ezquerra dejó de firmar como conde y empezó a llamarse señor de Vizcaya, título que él mismo convertiría en hereditario.
Смрт: ~ 1077
Es uno de los principales magnates del reino de Pamplona- Nájera durante el segundo tercio del siglo xi y de él arranca la estirpe histórica de los señores de Vizcaya. El análisis de la documentación actualmente conservada permite desechar parentescos legendarios y conjeturar que su padre fuese uno de los magnates de nombre Lope que confirman los documentos del monarca pamplonés Sancho III el Mayor; Balparda supone que se trata de Lope Velázquez, señor de Ayala, Mena y Somorrostro, pero sólo es una hipótesis. En 1053, aparece ya casado con Toda Ortiz, hija del ayo regio Fortunio Sánchez, de quien enviudó antes de 1076; de este matrimonio se conocen los nombres de cinco vástagos: Lope (quien heredó el señorío de Vizcaya), Sancho (fallecido antes de 1070), Mencía, Galindo, García y Fortunio (estos dos últimos ocuparon cargos palatinos en el reino de Aragón). En todas sus primeras apariciones documentales, entre 1043 y 1076, figura como conde de Vizcaya, ejerciendo sobre este territorio sus facultades jurisdiccionales en representación de la Monarquía pamplonesa. En Vizcaya concentró también gran parte de sus intereses patrimoniales; posesiones suyas se localizan en Axpe-Busturia, San Juan de Gaztelugache, Bermeo, Gorrítiz, Madariaga, Urrequeña, Gatica, Gorrondo, Bertendona, etc. Entre sus propiedades destacan los palacios de Madariaga, centros desde donde ejercer sus facultades administrativas, e iglesias propias que, como el monasterio de Axpe, supusieron fuentes de ingresos fiscales y de beneficios espirituales. En 1051 su intitulación se desglosa en los espacios de Vizcaya y Durango, seguramente para señalar su preeminencia sobre su subordinado el conde de Durango Munio López. Desde sus originarias responsabilidades patrimoniales y jurisdiccionales en Vizcaya, su fidelidad a García Sánchez III y a Sancho Garcés IV, cuyos documentos confirmó con frecuencia, le convirtió en uno de los principales magnates del reino de Pamplona-Nájera. Asumió las líneas políticas de la Monarquía pamplonesa frente a las pretensiones territoriales de Castilla. Donó propiedades en Vizcaya a los monasterios de San Millán de la Cogolla, en 1051 y 1070, y de San Juan de la Peña, en 1053, siguiendo la estrategia de los propios Monarcas consistente en ampliar la red de intereses de estos grandes propietarios a todos los territorios del reino para, de este modo, vincularlos en la defensa de su integridad territorial. Su fidelidad a la Monarquía pamplonesa le llevó incluso a apoyar iniciativas regias que supusieron una merma de sus propias rentas: consintió el privilegio de inmunidad otorgado a las iglesias de Vizcaya por García III en 1051 y la donación del monasterio de San Martín de Yurreta a San Millán de la Cogolla por parte de Sancho IV en 1072. García III le concedió el cargo cortesano de maestresala en 1042, entrando a formar parte del palatium regis. De manos de Sancho Garcés IV, amplió su ámbito de gobierno al recibir la tenencia de Nájera, el centro neurálgico del reino, a partir de 1064; el anterior tenente de esta ciudad había sido su suegro Fortunio Sánchez, ayo de García III que encontró la muerte junto a su Rey en la batalla de Atapuerca. Aprovechando su capacidad jurisdiccional sobre la zona, realizó adquisiciones patrimoniales en torno a la ciudad del Najerilla: concretamente, la villa de Camprovín, comprada al propio monarca Sancho IV, así como indeterminadas propiedades en Nájera. A pesar de las citadas estrategias, la crisis de la Monarquía pamplonesa no hizo sino agudizarse. En el exterior, debió hacer frente a las disputas con Castilla sobre gran parte de su territorio. Mientras, dentro del reino, se vivieron las tensiones previas a la configuración de la Monarquía feudal; los Monarcas se encontraron con la oposición de unos nobles que aspiraban a patrimonializar las facultades jurisdiccionales delegadas por dichos Reyes. Ya en 1054 la defección de varios de sus magnates provocó la derrota y muerte de García III en Atapuerca frente al monarca castellano Fernando I, perdiendo el reino pamplonés los territorios de la Castella Vetula. Sin embargo, el punto álgido de la crisis se vivió tras el asesinato de Sancho Garcés IV en 1076; entonces, Alfonso VI de Castilla, con el apoyo de varios magnates pamploneses, incorporó a su reino los territorios de Vizcaya, Álava, La Rioja y parte de Guipúzcoa. Según Balparda, Ubieto Arteta, Martínez Díez y García de Cortázar, Íñigo López se situó dentro de este partido castellano a raíz de su enemistad con el monarca Sancho IV. En cambio, los datos documentales no sólo no permiten llegar a esta conclusión, sino que ofrecen indicios en sentido contrario. Su fidelidad a García III la mantuvo con su hijo y sucesor Sancho IV; confirmó varios documentos de este Monarca y recibió de él la tenencia de Nájera y la villa de Camprovín. En 1076 mantuvo el título de conde de Vizcaya ya bajo Alfonso VI; pero, cuando este rey castellano entró en Nájera, fueron su hijo, mencionado como el conde Lope Íñiguez, y el suegro de éste, Diego Álvarez, señor de Oca, quienes le respaldaron. Además, a partir de este año, Íñigo López desaparece de la documentación y su vástago es quien se encontraba al frente del señorío de Vizcaya. Cabe preguntarse si respaldó Íñigo López la postura “pro-castellana” de su hijo o fue sustituido por éste a causa de su escaso entusiasmo hacia Alfonso VI. Seguramente nunca se sabrá, aunque los escasos datos documentales permiten apuntar hacia la segunda opción, es decir, a su inquebrantable fidelidad a la Monarquía pamplonesa.
Real Academia de la Historia.- Tomas Saenz de Haro.-http://dbe.rah.es/biografias/43962/lope-iniguezСмрт: 1039
ANUL: <26!> ♂ Eudes-Henri de Bourgogne (dit : Henri le Grand) [Robertien] b. ~ 948 d. 15 октобар 1002, Répudiation
6
661/6 <36> ♂ Ordonho Bermudes de Leão [Leão]Смрт: 1009, Córdoba (Andalusia), Al-Andalus
Титуле : 1009, Califa de Córdoba
- "Abd al-Rahman Sanchuelo (983 – 3 March 1009), born and died in Córdoba, was the son of Almanzor
Титуле : од 1004, Король Наварры
Титуле : од 1004, Граф Арагона
Свадба: <65!> ♀ Muniadona de Castilla [Castilla] b. 995 d. 1067
Титуле : од 1029, Король Испанцев
Смрт: 18 октобар 1035
Титуле : изм 999 и 1028, Rei de Leão
Смрт: 7 август 1028
Свадба: <63!> ♂ Санчо III Гарсес Наваррский (Великий) [Хименес] b. ~ 990 d. 18 октобар 1035
Титуле : 1029, Condesa de Castilla.
Други догађај: 1035
Смрт: 1067
Свадба: <29> ♀ Sancha de Leon [Leon]
Титуле : 1017, Conde de Castilla y Álava
Смрт: 13 мај 1029, León, España
Сахрана: ~ 1033, Oña, Monasterio de San Salvador de Oña
Титуле : 1047, Conde
Смрт: 1057, Lamego, Muerto en combate en el sitio de Lamego
Титуле : Infante de León
Титуле : ~ 1042, Alférez del rey de León
Segundo de los hijos varones del matrimonio formado por los infantes Cristina Vermúdez y Ordoño Ramírez, nacidos respectivamente de Vermudo II y Ramiro III de León, Ordoño Ordóñez aparece en la Corte leonesa en tiempos de Fernando I y doña Sancha.
Alférez real en 1042 y 1043, recibió de manos de Fernando I el gobierno de Palenzuela, en las tierras orientales del reino, fijando allí su residencia entre 1048 y su muerte. No obstante, la documentación conserva su memoria en repetidas ocasiones, tanto en los diplomas reales como en otros más vinculados con el territorio burgalés, hasta su desaparición de los registros documentales en torno a una fecha tan significativa para la historia de León y Castilla como 1072, año de la muerte en Zamora de Sancho, señor de Castilla. A partir de este momento, su memoria se diluye.
De su matrimonio con una dama castellana nacieron algunos de los personajes más célebres del reinado de Alfonso VI, como el conde de Nájera García Ordóñez, que protegió con su vida al infante Sancho en Uclés y que aparece en la épica cidiana como el adversario más enconado del caballero de Vivar, o Rodrigo Ordóñez, conde y alférez real, sin olvidar a la dama María Ordóñez, progenitora de uno de los linajes asturianos más relevantes del Medioevo y del cual nació una reina de Navarra, conocida con el sobrenombre de Urraca la asturiana.
Bibl.: A. Sánchez Candeira, “La reina Velasquita de León y su descendencia”, en Hispania, XL (1950), págs. 449-505; M. Torres Sevilla, Linajes nobiliarios de León y Castilla (siglos ix-xii), Salamanca, Junta de Castilla y León-Gráficas Varona, 1999, págs. 97-101, 103, 105-106, 447 y 498.
Margarita Torres Sevilla-Quiñones
http://dbe.rah.es/biografias/58484/ordono-ordonezТитуле : Señor de Vizcaya, II. Desde el año 1076 hasta el 1093.
Свадба: <30> ♂ Tecla Diaz de Oca [Oca]
Смрт: ~ децембар 1093
Primogénito de Íñigo López (primer señor de Vizcaya y teniente de Nájera) y de su esposa Toda Ortiz, desempeñó un papel histórico de primera magnitud en la incorporación de Vizcaya, Álava, La Rioja y la zona occidental de Guipúzcoa al Reino de Castilla. Aunque en 1074 al frente de la tenencia riojana de Alberite, según confirma un documento del monarca pamplonés Sancho Garcés IV, pronto entró en la órbita de Alfonso VI de Castilla. Al igual que otros magnates del reino de Pamplona, Nájera se enfrentó a Sancho IV en su deseo de patrimonializar las facultades jurisdiccionales recibidas por delegación regia. En este sentido, un movimiento más pudo haber sido su enlace matrimonial con Ticlo (o Tecla), hija del noble castellano Diego Álvarez, señor de Oca, presente en el entorno de Alfonso VI desde 1072. Así, cuando Sancho IV fue asesinado en 1076, el conde Lope Íñiguez y su suegro prestaron vasallaje al rey castellano y le entregaron la ciudad de Nájera. Esta actitud pro-castellana le diferenció respecto a la fidelidad a la Monarquía pamplonesa mantenida por su padre, todavía vivo. Una vez fallecido su progenitor, también en 1076, Lope Íñiguez ostentó ya el título familiar de conde de Vizcaya. En contra de lo apuntado por García Gallo, sí parece que ejerció una labor jurisdiccional bajo la autoridad del Rey sobre este territorio, al ser mencionado con frecuencia como comes in Bizcahia; de este modo, quedó establecida la transmisión hereditaria de este señorío desde este momento tan temprano. Una consecuencia de su capacidad jurisdiccional sobre este espacio sería la ausencia del merino regio dentro de él; por tanto, a Blaga Esteriz, merino en toda Vizcaya en 1082, se le debe identificar como un aristócrata local que ejerció funciones administrativas delegadas por Lope Íñiguez. Aunque Moxó estima que estos primeros señores de Vizcaya contaban con escasas propiedades en este territorio y basaban su dominio en el ejercicio del poder jurisdiccional, el espacio vizcaíno constituyó el núcleo de su patrimonio; en consecuencia, dispuso de los monasterios de San Vicente de Ugarte (con sus decanías de Ibargorocica, Tuda y San Miguel Arcángel en Bermeo) y de San Andrés de Astigarribia, así como de propiedades en Cornúquiz. Su citado matrimonio con Ticlo le proporcionó bienes y derechos en tierras castellanas (concretamente en Siniestra, Hornillos, Zambrana y Tosantos), cuya intención de ampliarlas se evidencia al comprar una viña en Zambrana. Para García de Cortázar, esta bipolarización del patrimonio en Vizcaya y las estribaciones septentrionales de la sierra de la Demanda revela la existencia de una circulación ganadera trashumante entre ambos espacios montañosos. La existencia de Lope Íñiguez se ubica en una coyuntura de lenta transformación en Vizcaya: desde una sociedad articulada sobre las relaciones de parentesco extenso, a una jerarquización social basada en la territorialidad. En este proceso, ampliamente estudiado por García de Cortázar, el II señor de Vizcaya protagonizó un doble y contradictorio papel de aculturación aceleradora y de resistencia ante estas mismas innovaciones. Por un lado, sus intereses trascendieron ampliamente el espacio vizcaíno y, por tanto, le obligaron a fijar un código de comportamientos socioeconómicos aplicables durante sus ausencias, así como a liberar un excedente mediante la individualización de la producción; de ahí que protagonizase iniciativas en pos de una territorialización de las relaciones sociales. En primer lugar, se apoyó en los citados monasterios vizcaínos y en sus decanías para articular su derecho de propiedad sobre un espacio poco individualizado. En segundo lugar, instaló unos colonos en sus casas con divisa situadas en Cornúquiz; una fijación de población en unos bienes de aprovechamiento colectivo, la divisa, que supuso un primer paso hacia una individualización de la propiedad. Y, además, sus donaciones de bienes y derechos ubicados en Vizcaya al monasterio de San Millán de la Cogolla en 1082 y 1086 trajeron consigo la inserción de estas heredades dentro de la red de propiedad territorial del cenobio riojano. Estas donaciones reflejan también la estrecha vinculación de Lope Íñiguez con este monasterio, relación heredada de su padre y ratificada con su asidua presencia en la confirmación de documentos emilianenses. Por otro lado, él mismo se hallaba inmerso en unas redes de parentesco extenso que reprodujo, quizás de un modo inconsciente, en sus actos jurídicos. Así, sus hermanos García y Galindo lo confirmaron en operaciones de enajenación del patrimonio familiar en 1082 y 1084 y, de igual modo, también signaron junto a él documentos de otros en 1080 y 1085. Un último dato respecto de la resistencia ofrecida por el carácter familiar de su patrimonio se encuentra en la cláusula de retracto troncal contenida en la donación que su viuda Ticlo, acompañada de sus hijos, realizó a favor de San Millán de la Cogolla en 1093. Esta cláusula de retracto se hizo extensiva al resto de propiedades donadas a dicho monasterio por Lope Íñiguez y por el progenitor de éste. Mantuvo su fidelidad al monarca castellano Alfonso VI a lo largo de toda su vida, pues confirmó documentos emitidos por la Cancillería regia desde los citados acontecimientos de 1076 hasta su fallecimiento en 1093. De igual modo, junto a otros nobles, acompañó al monarca castellano en sus campañas militares; en 1089, Lope Íñiguez participó en el socorro a García Jiménez (cercado en el castillo de Aledo por el ejército almorávide de Yusūf), forzando la retirada de las tropas norteafricanas. En opinión de Balparda, es posible que también dirigiese a los señores alaveses integrados en las huestes alfonsinas derrotadas por el mismo caudillo almorávide cuatro años antes en Zalaca. Esta colaboración no estuvo exenta de conflictos, la donación del monasterio de San Andrés de Astigarribia a San Millán de la Cogolla por parte del señor de Vizcaya hacia 1086 es un ejemplo de ello; aunque en el momento de la entrega se reconoció que dicho cenobio es ex parte regale, resultó precisa la confirmación regia de dicha operación cinco años más tarde. En contrapartida, el rey de Castilla, a pesar de no permitirle conservar la tenencia de Nájera (ciudad que había gobernado su padre Íñigo López), sí recompensó sus servicios. En un primer y esporádico momento figuró como comes (conde) en Belorado en 1077; sin embargo, poco después Alfonso VI centró su recompensa en territorios más cercanos a Vizcaya, donde se concentraban los intereses patrimoniales y jurisdiccionales de Lope Íñiguez. Concretamente, le confirió el gobierno de Álava y de la porción de Guipúzcoa incorporada a Castilla; de este modo, Lope Íñiguez confirmó documentos como conde en Álava desde 1081 y, con menos frecuencia, en Guipúzcoa a partir del año siguiente. Esta delegación de facultades administrativas a nobles sobre espacios tan cercanos a la base del poder patrimonial de éstos no resulta habitual dentro de las directrices políticas de Alfonso VI. Bajo este Monarca, sólo García Ordóñez en Nájera y Fernando Díaz en Asturias aparecen tan frecuentemente vinculados a labores de gobierno en unos territorios concretos como Lope Íñiguez. Según Martínez Díez, el rey castellano permitió excepcionalmente estas concentraciones espaciales de los poderes jurisdiccional y patrimonial, porque se trataba de territorios periféricos y/o recién incorporados a la Monarquía castellana, depositados en manos de nobles de probada fidelidad. Respecto a la fecha de su muerte sólo se conoce el año. Su última intervención tuvo lugar el 22 de febrero de 1093, cuando testificó un diploma de Alfonso VI. Poco después, ese mismo año, su mujer, la condesa Ticlo, y los hijos de ambos (Diego López, primogénito y futuro señor de Vizcaya, Sancho López, Teresa, Sancha y Toda) entregaron a San Millán de la Cogolla la integridad del monasterio de Alboñiga y sus decanías por la salvación del alma del ya difunto Lope Íñiguez. De este modo, cerró su existencia reafirmando dos fidelidades que respondían a otras tantas inquietudes básicas en la vida de cualquier hombre de su tiempo: mediante el servicio al monarca castellano, ampliar los bienes terrenales y, a través de la generosidad con el monasterio riojano, obtener la salvación eterna.
Real Academia de la Historia.- Tomas Saenz de Haro.-http://dbe.rah.es/biografias/43962/lope-iniguezEra hija de García II Sánchez, Rey de Navarra, y de la leonesa Jimena. Contrajo matrimonio con Alfonso V en el año 1023 poco tiempo después de la muerte de la reina Elvira Menéndez. A la celebración de estos esponsales se había opuesto el abad Oliva a quien el rey navarro Sancho el Mayor había consultado dado el parentesco de los contrayentes, ya que ambos eran biznietos de Fernán González. Al lado de Alfonso como Reina aparece el 13 de noviembre del año 1023 haciendo la donación al fiel notario regio Sampiro de Villaturiel que había pertenecido a Eicta Fossátiz y que perdió por haberse rebelado. Urraca acompañó en los tres años siguientes al rey Alfonso por tierras galaicas. Allí el 29 de octubre del 1024 agregaron la diócesis de Tuy que había quedado destruida por la penetración normanda del año 1015, a la diócesis de Santiago de Compostela. El 30 de agosto del año 1025 Alfonso y Urraca presiden el juicio habido entre el obispo de Lugo, don Pedro, y unas gentes de los alrededores de Braga sobre la condición ingenua o servil de dichas gentes. Luego, y a petición del mismo obispo lucense confirmaron a esta iglesia las posesiones que los Reyes sus predecesores le habían otorgado, pues se le habían quemado algunos diplomas.
Muerto Alfonso V ante los muros de Viseo en el año 1028, tuvo que hacerse cargo de la tutoría del joven Vermudo III que tenía tan sólo once años. Los desórdenes que se extendieron por todo el Reino en los inicios de este reinado fueron afrontados con fortaleza por la reina Urraca, como lo demuestra la lucha mantenida contra Oveco Rudesíndiz, que tenía la potestad sobre Lugo y otras partes de su territorio y que por ser primo de la reina Elvira Menéndez, había sido de los nobles más favorecidos por el rey Alfonso V. La reina Urraca le reclamó el territorio y, a pesar de la resistencia del conde galaico, pudo recuperarlo y dárselo a la Iglesia de Lugo. El 30 de diciembre del año 1028 Vermudo y Urraca daban a la Iglesia de Santiago y a su obispo Vistruario, que había sido padrino del joven Monarca, la tierra llamada de Carnota y la villa de Cordario. Al escriba de este documento se le deslizó el error, llevado quizá por la costumbre, de poner Vermudo junto con mi esposa Urraca, Reina, lo que llevó a algunos cronistas antiguos a atribuirle a Vermudo un matrimonio que en realidad no existió, pues era su madrastra. En otros documentos Vermudo llamó a Urraca su tía. Así lo hizo cuando el 31 de mayo del año 1030 ambos cambiaron varias propiedades con el Monasterio de Santa María de Obona, o cuando al año siguiente dieron a Fruela Muñoz, conde del Alto Órbigo, la villa de Regos que había sido de la reina Elvira García, madre de Alfonso V.
Durante estos años, apoyada por su madre Jimena, Urraca participó activamente en las acciones de gobierno. En 1032 concertó el matrimonio de su sobrino Fernando, segundo hijo de Sancho el Mayor de Navarra, con la hermana de Vermudo, Sancha, la malograda prometida del infante García. En mayo de este año Vermudo con “mi amita la reina Urraca”, dio Villavente con todas sus pertenencias como las habían tenido sus antepasados, al obispo leonés Servando. Poco después aparece Vermudo con la reina Urraca en Santiago de Compostela, a cuya Iglesia concedieron los bienes que fueron de Sisnando Galiárez, nieto de Menendo González, que junto con sus hermanos mató, depredó villas enteras, realizó raptos y se apoderó de muchos bienes. Los desórdenes y levantamientos nobiliarios de los años de 1032 y 1033 iban a hacer posible la llegada a León de Sancho el Mayor. No se sabe si vino para tutelar los derechos de su hermana Urraca y de Vermudo, o llevado por sus afanes imperialistas.
Hasta principios del año 1035 Urraca continuó titulándose reina de León. En febrero de este año Vermudo aparece ya casado con Jimena y el papel de Urraca se vio eclipsado. Con ella habían venido de la Corte navarra varias damas, entre otras, María Velázquez, que llegó a tener una fortuna importante con la que construyó un Monasterio, el de San Pedro y San Pablo, junto a la Puerta del Conde de la capital leonesa y al que dotó muy espléndidamente.
Bibl.: P. E. Flórez, España Sagrada, t. XXXV, Madrid, Antonio Marín, 1784; P. M. Risco, Historia de la ciudad y corte de León y de sus reyes, Madrid, Oficina de Blas Román, 1792; Fr. J. Pérez de Urbel, Historia del Condado de Castilla, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1945; Sancho el Mayor de Navarra, Madrid, 1950; España cristiana 711-1038, Madrid, Espasa Calpe, 1956; J. M. Lacarra, “La intervención de Sancho el Mayor en el Condado de Castilla y en el reino de León”, en VV. AA., Homenaje a J. E. Uranga, Pamplona, 1971, págs. 31-43; L. Núñez Contreras, “Colección diplomática de Vermudo III, Rey de León”, en Historia, Instituciones, Documentos, 4, Sevilla, 1978, págs. 381- 515; J. M.ª Fernández del Pozo, “Alfonso V, Rey de León. Estudio Histórico-Documental”, en León y su Historia, t. V, León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro (CEISI), págs. 10-262; J. M. Ruiz Asencio, Colección documental del Archivo de la Catedral de León (986-1031), León, CEISI, 1987; M. Herrero de la Fuente, Colección diplomática del monasterio de Sahún II, (1000-1073), León, CEISI, 1988; J. M. Ruiz Asencio, Colección documental del Archivo de la Catedral de León (1032-1109), IV, León, CEISI, 1990; J. Rodríguez Fernández, La monarquía leonesa, El reino de León en la Alta Edad Media, León, CEISI, 1995, págs. 129-413; J. M.ª Fernández del Pozo, Alfonso V (999-1028). Vermudo III (1028-1037), Burgos, La Olmeda, 1999.
José María Fernández del Pozo
http://dbe.rah.es/biografias/34376/urraca-garces7
Свадба: <34> ♀ Inès d'Aquitaine [Aquitaine] b. 1052 d. 1089
Титуле : 1035, Король Арагона
Титуле : 1036, Roi de Ribagorce et de Sobrarbe
Свадба: <35> ♀ Ermesinda of Bigorre Foix [Foix] d. 1049, Jaca, Spain
Смрт: 8 мај 1063
Свадба: <56!> ♂ Iñigo Lopez de Vizcaya ? (Apodado, "Ezquerra".) [Haro] b. ~ 1010 d. ~ 1077
Свадба: <91!> ♂ Фердинанд I (Великий) Кастильский [Хименес] b. 1016 d. 1065
Смрт: 7 новембар 1067
Свадба: <36> ♀ Estefanía de Foix [Foix] d. 1066
Титуле : од 1035, Rey de Pamplona.
Смрт: 15 септембар 1054, Atapuerca
Se le aplica como sobrenombre “el de Nájera”, al parecer por hallarse en esta ciudad su “corte” o mansión proferida entre las varias con que contaban los monarcas habitualmente itinerantes en aquella época.
Como primogénito de Sancho III Garcés “el Mayor”, fallecido el 18 de octubre de 1035, tomó el título de “rey pamplonés” (rex Pampilonensis) que había lucido su padre hasta el final de sus días. Y le correspondió por vía de herencia indivisible la totalidad del patrimonio regio de su padre, es decir, el ámbito complejo de poder público (terra o dominium regis) sobreañadido un siglo atrás al núcleo originario de la “Navarra primordial” o región propiamente pamplonesa o arva Pampilonensis como consta en la adición de la Crónica Albeldense recogida en el Códice Rotense depositado actualmente en la Real Academia de la Historia (Códice 78). A estos valles y cuencas del Pirineo occidental hispano y sus contrafuertes exteriores se añadían la “tierra najerense” o actual Rioja excepto Calahorra y el valle del Cidacos, así como el antiguo condado de Aragón que comprendía la cabecera intra-pirenaica de los ríos Aragón y Gállego. En este conglomerado de tierras y gentes —apenas 16.000 kilómetros cuadrados, diez veces menor que la extensión de la gran monarquía leonesa—, subsistían dos círculos tradicionales de vasallos directos del monarca (fideles regis), la alta aristocracia de “barones” o “señores Pamploneses y Aragoneses” (seniores Pampilonenses et Aragonenses), aprestados permanentemente para la guerra contra los considerados entonces enemigos por excelencia del nombre cristiano, los musulmanes usurpadores todavía de una considerable porción del territorio hispano, circunstancia que conviene tener en cuenta para explicarse los destinos de los respectivos ámbitos de poder público. A Ramiro, el primogénito extramatrimonial, equiparado a los hijos canónicamente legítimos, le asignó Sancho el Mayor el conjunto homogéneo de distritos u honores comprendidos entre la cabecera del río Alcanadre y el curso del Aragón cerca de Sangüesa (de Matidero usque ad Vadum Longum), es decir, los límites del antiguo condado aragonés algo ampliados en su costado occidental hasta Valdonsella, exceptuadas significativamente las dobles “tenencias” de Ruesta-Petilla y Samitier-Loarre, enclaves reservados para García y Gonzalo respectivamente. Le añadió además los rendimientos de una polvareda de “villas”, diecisiete en la región pamplonesa, cuatro en la najerense y otra en Castilla. Se trataba de una encomendación sin duda considerable y con carácter perpetuo (per secula cuncta) o al menos vitalicio, aunque dejaba a salvo los derechos eminentes del heredero del reino, García. La dotación de Gonzalo, el tercero de los hermanos legítimos, a quien, como se acaba de indicar, había reservado su padre la doble tenencia aragonesa de Samitier-Loarre, comprendía principalmente Sobrarbe y Ribagorza, es decir una zona donde cabe entender que se yuxtaponían en cierto modo la herencia paterna del anejo sobrarbense de Aragón y la materna de Ribagorza, aunque a Sancho el Mayor correspondían derechos de conquista sobre la zona nuclear de este condado que se había encargado de recuperar de manos musulmanas. Gonzalo pasó probablemente a desempeñar también allí, a manera de “régulo” (regulus), como consta en algún documento, prerrogativas de gobierno emanadas teóricamente de la autoridad regia de García. De cualquier modo, su figura se desvaneció rápidamente del escenario histórico en circunstancias un tanto oscuras y su hermanastro Ramiro pasó a ocupar aquella excéntrica parcela de poder.
Del legado materno García se hizo cargo de la porción originaria del condado castellano, la “Castilla Vieja” (Castella Vetula) y con ella la antigua demarcación condal de Álava y sus apéndices vizcaíno y durangués. El nuevo monarca pamplonés adquiría de este modo los rendimientos pero asimismo las funciones propias de un conde, rango que formalmente lo convertía en vasallo del Rey de León, como su hermano Fernando a quien, tras haber cooperado con sus progenitores en el gobierno de todo el condado, habría correspondido ahora la “Castilla Nueva”, burgalesa y duriense. Sin embargo, el enfrentamiento armado su cuñado Vermudo III, muerto en la batalla de los campos de Tamarón (4 de septiembre 1037), convirtió al propio Fernando en nuevo soberano de León por virtud de su matrimonio con la heredera Sancha. Conviene valorar en cuanto cabe las disposiciones temperamentales de los protagonistas de estos acontecimientos y a este respecto es posible que el Monarca difunto hubiese previsto que su hijo natural Ramiro, el de mayor edad y presumiblemente el más juicioso, fuera en cierto modo mentor de sus hermanastros y a ello obedecería la generosa dotación de Sancho el Mayor hizo a su favor, aunque obligándole a jurar fidelidad al primogénito legítimo en términos análogos probablemente a los que pronunciarían los “barones”. No parece casual que García tomara por esposa a Estefanía (1038), hermana de la Gilberga-Ermesinda, con la que precisamente dos años antes había contraído matrimonio Ramiro, nueva relación de parentesco que siquiera por afinidad pudo pretender reforzar los lazos de sangre por nacimiento. Ambas esposas eran hijas del conde Bernardo Roger de Foix-Couserans y de Garsinda, heredera del condado de Bigorra, así como sobrinas de Ermesinda, viuda del conde barcelonés Ramón Borrell. Ambos impusieron a su primogénito legítimo el nombre que correspondía, es decir, el de su padre Sancho, el mismo curiosamente que habían asignado, acaso previsoramente, a sus respectivos hijos prenupciales. Por otra parte García dio a dos de sus hijos menores los nombres de sus hermanos, Ramiro y Fernando, respectivamente, y al tercero el de Raimundo, de claras connotaciones barcelonesas, igual que el de una de las hijas, Ermesinda. La insólita orientación transpirenaica de ambos matrimonios alteraraba, siquiera por vía barcelonesa, la tradición conyugal ponentina, castellano-leonesa, de la descendencia de Sancho I Garcés, una trama hasta entonces fuertemente endogámica.
Quizá por causa de los dominios de Gonzalo en Sobrarbe y Ribagorza o, de todas formas, por la dificultad de una armonización precisa de los respectivos grados de competencia, pudo producirse algún roce armado de García con Ramiro, como en la llamada “arrancada” de Tafalla, documentada en agosto de 1043 a propósito del caballo perdido en ella por el régulo aragonés, aunque la tónica general fue de amistad y cooperación entre ambos hermanastros y ahora también concuñados. Ramiro frecuentó la curia pamplonesa y desde 1044 prestó los servicios propios (consilium et auxilium) de un magnate pamplonés, en este caso con sangre regia y potestad vicarial sobre el cúmulo inusitado de distritos u honores ya aludido. La relación de parentesco con el conde barcelonés quizás había estimulado la actividad intimidatoria y agresiva de García contra la taifa de Zaragoza, en la que el régulo Tuŷībī había sido desplazado por su lugarteniente Sulaymān al-Musta‘īn (1038-1046), del clan yemení de los Banū Hūd. Enfrentado este último con el régulo Yaḥyā b. Ḏī-n-Nūn de Toledo, que recabó la ayuda pamplonesa, García devastó la frontera zaragozana y, como resultado, fue liberada de manera definitiva la “preclara urbe” de Calahorra, “arrebatada de manos de los paganos y [restituida] a la jurisdicción de los cristianos” como se proclama en un documento coetáneo, una empresa en que se ha considerado probable la cooperación de Ramiro de Aragón y con la monarquía pamplonesa completaba las ganancias logradas poco antes en el mismo valle del Cidacos como las plazas de Arnedo, Quel y Autol. El monarca dotó inmediatamente con toda solemnidad la antigua sede episcopal de Santa María y los santos mártires Emeterio y Celedonio (30 abril 1045) que sustituía ahora a la erigida transitoriamente en Nájera tras su conquista por Sancho I Garcés .
Parecía haberse reactivado la restitución cristiana del país frente a los “paganos” conforme al gran proyecto político originario de la monarquía pamplonesa, pero estos afanes quedaron enseguida contaminados por los estímulos meramente dinerarios. Las acciones bélicas se limitarán en adelante a apoyar a una u otra de las facciones enemigas buscando de manera preferente los rendimientos económicos mediante la percepción regular de “parias”, como parece demostrar, por ejemplo, la donación de sus diezmos a Santa María de Nájera. Consta, por ejemplo, que aprovechando las discordias suscitadas por la muerte del citado Sulaymān al-Musta‘īn (1046), el rey García se había hecho pagar su nueva injerencia en los asuntos zaragozanos (1051), en este caso a favor de Yūsuf al-Muẓaffar, gobernador de Lérida, opuesto a su hermano Aḥmad al-Muqtadir, como por cierto habían hecho también su hermanastro Ramiro de Aragón y el conde Ramón Berenguer I de Barcelona. De este modo durante casi cuarenta años iba a permanecer estacionario el frente pamplonés con el islam y prácticamente desvaído el ideal de reconquista en una orientación política más bien oportunista y, por otra parte, peligrosa para la estabilidad de un cuerpo social aparejado tradicionalmente con vistas a las ganancias en la pugna con el enemigo ancestral de su fe religiosa, los sarracenos tachados de “paganos” sin ninguna especie de matizaciones. Volviendo a la cuestión, escasamente documentada, de las porciones del condado de Castilla encomendadas desde el primer momento al nuevo monarca pamplonés, se ha supuesto que en un primer momento debió de hacerse cargo de las tierras de Oca y Álava y que solamente después de la citada batalla de Tamarón se habrían extendido estos dominios a toda la llamada entonces “Castilla Vieja” (Castella Vetula) hasta el límite occidental de Cudeyo, Tedeja y Monasterio de Rodilla, en “reparto amigable del antiguo condado” y como premio de la ayuda prestada a su hermano Fernando, explicación que quizá no casa muy bien con el pensamiento político de la época. Mientras no haya mayores aportaciones documentales, quizá sería más lógico presumir, según se ha hecho notar ya que a García, como primogénito, correspondiera desde un principio la porción nuclear del condado materno, pues la expresión “Castilla Vieja” debe entenderse en sentido extensivo, con inclusión, por ejemplo, del condado alavés y sus anejos costeros según se ha señalado. En las cambiantes referencias territoriales que complementan las cláusulas de datación, los diplomas salidos de la curia regia no dejan de consignar nunca Pamplona, pero varían en las demás especificaciones de índole regional, Nájera, Castilla, Alava y, finalmente, Vizcaya, o incluso algunas ocasionalmente locales. En todo caso, si García y Fernando habían pasado a compartir las funciones condales en aquella amplia dependencia regia de León y, a partir de la muerte de Vermudo III, el monarca pamplonés se convertía en teórico vasallo de su hermano menor por razón de la citada “Castilla Vieja”. Esta contradicción pudo alimentar sentimientos que el anónimo cronista de Silos reputaba un siglo después como envidia, maquinación de asechanzas, búsqueda de la guerra abierta, sed “de la sangre fraterna” (fraternum sanguinem sitiens). Sin embargo, no faltan noticias sobre la presencia de Fernando en la curia del monarca pamplonés, por ejemplo con motivo de la confirmación (1044) de la dotación del monasterio de San Julián de Sojuela, quizá en el curso de una entrevista para solventar sus posturas antagónicas en las guerras entre los régulos moros de Zaragoza y Toledo, y de nuevo coincidieron ambos reyes en la solemne dotación fundacional de Santa María de Nájera (12 de diciembre de 1052). No se conocen con detalle las actitudes concretas del sector de la aristocracia castellana que había quedado bajo la obediencia directa de García, así como la distribución realizada por éste del nutrido conjunto de distritos o “mandaciones” de su jurisdicción originariamente vicarial en aquel territorio. Con todo, llama la atención, por ejemplo, que entre las “mandaciones” cuyas rentas fueron vinculadas por el monarca en 1040 a la dote de su esposa Estefanía, más de la mitad se ubicaran en la franja occidental de la “Castilla Vieja” como Colindres, Soba, Mena, Castrobarto, Tedeja, Briviesca, Monasterio, Oca y Alba. Resulta, por otra parte, normal que García las asignara a mandatarios o “tenentes” de acreditada fidelidad, algunos de ellos de linaje pamplonés y en detrimento, por tanto, de la nobleza local, algunos de cuyos miembros tenían intereses patrimoniales también en los dominios de Fernando. Se ha pensado por ello que su autoridad “se asentaba sobre bases poco firmes” y que quizá trató de reforzarla mediante una reorganización eclesiástica de la zona. Aunque subsistió el obispado de Álava, el rey pamplonés habría sustraído a la diócesis de Valpuesta un conjunto de iglesias para enmarcarlas en la de Nájera-Calahorra (1052). La expansión en la misma dirección del dominio del monasterio de San Millán de la Cogolla parece que tuvo, al menos en parte, análoga intencionalidad política. Probablemente trataba García de interpretar así sus dominios castellanos como un ensanchamiento de la órbita de soberanía pamplonesa, pero las fuerzas nobiliarias de aquellos confines, tradicionalmente encuadradas en el Reino de León, siquiera a través de la anterior instancia condal castellana, debieron de exasperarse hasta provocar el enfrentamiento armado. Los textos cronísticos de signo claramente castellano se iban a recrear al cabo de un siglo en la narración de detalles sobre los supuestos prolegómenos del conflicto, como las provocadoras devastaciones fronterizas de García, su iracunda negativa ante los intentos de mediación e incluso la defección de algunos de sus caballeros, perjudicados en la asignación de “honores” hasta llegar; como fatal desenlace, a la muerte del monarca pamplonés, escudado fielmente hasta el último suspiro por su antiguo ayo o “eitán” Fortún Sánchez, en el campo de batalla de Atapuerca (1 septiembre de 1054) frente a su hermano el rey leonés Fernando. Lo había conducido a este final probablemente su talante altanero e impetuoso aparte de los probados testimonios de su codicia, legado genético que se iba a acentuar en la persona de su desdichado hijo Sancho IV Garcés “el de Peñalén”.
De su matrimonio con Estefanía (1038) dejaba cuatro hijos, el referido Sancho IV Garcés, Ramiro, Fernando y Raimundo, y otras tantas hijas, Mayor, Urraca, Ermesinda y Jimena. En su unión extramatrimonial con una mujer de nombre desconocido había engendrado a Sancha y Mencía, así como a Sancho, padre del conde Sancho Sanz y con ello abuelo del futuro rey pamplonés García Ramírez al cabo justamente de ochenta años.
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Ángel Martín Duque.
http://dbe.rah.es/biografias/10266/garcia-iii-sanchezТитуле : Conde
_FA1: Lucho contra el Cid y fueron enemigos declarados.
Титуле : Ayo, del infante Sancho Alfónsez, hijo del rey Alfonso VI de León
Титуле : Señor de Calahorra
Титуле : 1070, Tenente de Pancorbo, (1070)
Свадба: <121!> ♀ Urraca Garcés [Jimena]
Титуле : 1085, Tenente de Calahorra, (1085)
Титуле : 1089, Tenente de Grañón, (1089)
Титуле : 1092, Tenente de Madriz, En la Rioja (1092)
Смрт: 29 мај 1108, Uclés, Cuenca, Castilla-la Mancha, España, Fallecido en la Batalla de Uclés
Fue uno de los personajes más relevantes en el entorno de Alfonso VI (1065-1109) y conde gobernador de La Rioja durante cerca de treinta años. Se desconoce la fecha de su nacimiento, que pudo producirse hacia 1062-1063, siendo de edad semejante a la del Cid. Las fuentes cristianas le denominan, en ocasiones, el Crespo de Grañón y García de Cabra, y las musulmanas, Boca torcida. Pertenecía a una familia enraizada en los territorios del norte y nordeste de Castilla, y su padre, Ordoño Ordóñez, figura en los diplomas de Fernando I —con el rango de alférez (armiger regis) en el año 1042— y suscribe varios de Sancho II (1065-1072). Padre e hijo confirman juntos en el diploma de dotación por Sancho II de la sede episcopal de Oca (18 de marzo de 1068). Entre los años 1067 y 1070, García Ordóñez figura como gobernador de Pancorbo, fortaleza castellana que el rey Sancho II había reintegrado a Castilla a expensas de Navarra. Eran los inicios de la carrera de quien llegó a ser una figura clave en el complejo proceso de ampliación y ajuste de límites del sector oriental de Castilla, que tuvo lugar a finales del siglo xi. La adhesión de García Ordóñez a Alfonso VI en 1072, cuando se produjo el asesinato de Sancho II, debió de ser inmediata y sin condiciones. A partir de esa fecha, comparece en sesenta y tres diplomas reales, cifra sólo superada por el magnate Pedro Ansúrez. Consta que fue alférez del rey castellano-leonés durante un corto período de tiempo, a lo largo del año 1074. Tuvo varios hermanos, de los que destacan Rodrigo Ordóñez, que fue también alférez de Alfonso VI entre 1081 y 1085, y otorgó en 1092 una amplia donación a la Catedral de Burgos, en la que se hace constar su parentesco con García; y Teresa Ordóñez, casada con Alvar Díaz, otro personaje relevante, que fue tenente de Oca entre 1089 y 1107 y figura en más de treinta diplomas alfonsinos a partir de 1073. Una hija de García Ordóñez estuvo casada con Sancho Sánchez, personaje de familia real, que ostentó el título de conde de Navarra o de Pamplona.
La incorporación a Castilla de La Rioja —el condado de Nájera-Calahorra o regnum najerense, según se cita en los diplomas de la época—, acaecida en 1076, tras el asesinato de Sancho IV de Navarra, constituyó un acontecimiento decisivo en la carrera de García Ordóñez. Su nombre no figura en el fuero de Nájera, ni en la confirmación del fuero de Calahorra, otorgados por Alfonso VI ese mismo año, pero en 1077 aparece, en dos diplomas de La Rioja, un García “conde en Nájera”, en el que se ha visto tradicionalmente a García Ordóñez (Sandoval, Moret, Menéndez Pidal). Hasta la muerte del rey navarro, había ejercido el gobierno sobre Nájera Íñigo López, señor de Vizcaya, a quien Alfonso VI se lo habría quitado para hacer entrega de él a García Ordóñez. Autores más recientes (Reilly) estiman probable que el referido García, conde Nájera en 1077, fuese en realidad García Jiménez o Íñiguez, hijo del señor de Vizcaya. Según esa hipótesis, plausible, el nombramiento de García Ordóñez como conde y tenente de La Rioja, que sólo se documenta de forma segura a partir de 1080, habría tenido lugar en el año 1077 a raíz de un segundo viaje de Alfonso VI a La Rioja, con el fin de consolidar su autoridad en la zona. También por entonces García Ordóñez contrajo matrimonio con Urraca de Pamplona, hermana del extinto rey navarro, un enlace de contenido netamente político, en el que se presiente la intervención del rey castellano. En los diplomas figuran ambos consortes desde 1081. Poco después, tras la muerte en la batalla de Rueda (1083) de su cuñado Ramiro, hermano también de la condesa Urraca, García Ordóñez recibió el gobierno de la tierra de Calahorra, y con él el control de La Rioja en su conjunto. A partir de 1089 porta también el título de señor de Grañón. Un documento de 1103 le denomina “Comite Garsia, dominante Calagurra, et Naiera et Granioni”. García Ordóñez hizo gala de eficacia en circunstancias que eran delicadas, y supo granjearse el favor incondicional del Rey. En el preámbulo del fuero de Logroño (1095), tras señalarse que él y su esposa Urraca habían fundado aquella villa real y recomendaron a Alfonso VI que otorgase el fuero, el Rey se refiere a ellos en términos singularmente encomiásticos: de García afirma que era “comes fidelissimus” y, de ambos esposos, que eran “gloria de mi reino”.
En los diplomas reales, y, por tanto, en el círculo de la Corte, la presencia del conde Ordóñez se intensifica a partir del año 1087, y no cesa hasta su muerte acaecida en la batalla de Uclés (1108). Disponía de patrimonio fuera de La Rioja, y, así, en 1095 concedía fuero a Fresnillo de las Dueñas, en las proximidades del Duero. Fue García Ordóñez agente activo de las aspiraciones de su Rey en dirección al Ebro. En torno al año 1095 promovió, según se ha dicho, la repoblación de Logroño, en el punto más estratégico de La Rioja, que se efectuó según el llamado derecho de francos. También actuó repetidamente en la zona del valle medio del Ebro, en relación con los reyes de la taifa de Zaragoza, vasallos a la sazón del rey de Castilla. En noviembre de 1096 participó, junto con Gonzalo Núñez de Lara, en una expedición de apoyo a Mostain de Zaragoza, con el objetivo de auxiliar a la plaza de Huesca, que Pedro I de Aragón, tras un prolongado asedio, estaba a punto de conquistar. El rey aragonés les derrotó en la batalla de Alcoraz (18 de noviembre de 1096), y el conde García permaneció prisionero durante cierto tiempo. En el fuero de Miranda (1099) —cuya autenticidad ha sido puesta en duda— Alfonso VI manifiesta que su otorgamiento, que se concibe como proyección del fuero logroñés, se produce por recomendación del conde Ordóñez y de Urraca, su mujer. Otros diplomas reales recuerdan que, por orden de Alfonso VI, García Ordóñez se ocupó, en 1106, de la repoblación de los páramos de Garray, en las cercanías de Numancia.
Las relaciones entre García Ordóñez y el Cid constituyen un aspecto singular de la biografía de ambos. García figura como garante o avalista, junto con el conde Pedro Ansúrez, en la carta de arras que el Cid otorgó a Jimena en julio de 1074. Se hallaba a la sazón en buenas relaciones con quien iba a convertirse en su enemigo irreconciliable. El enfrentamiento entre ambos, que el Cantar del Mío Cid magnifica, se produjo en fecha no bien determinada, probablemente en 1079, cuando Alfonso VI encargó a García Ordóñez, que probablemente no era todavía conde de Nájera, la misión de reclamar al rey de Granada el pago de parias atrasadas, y, al Cid, similar empresa respecto del reticente al-Mu‘tamid de Sevilla. García Ordóñez, en compañía de otros nobles castellanos, cumplió su cometido y, en un segundo momento, a instancias del rey granadino, que se hallaba por entonces enemistado con el de Sevilla, emprendió una acción militar en contra de éste. El Campeador, quien a su vez había obtenido de al-Mu‘tamid el tributo exigido, se erigió en defensor suyo, pues se trataba de un vasallo del rey de Castilla que había satisfecho sus deudas y se hallaba bajo su protección. Según la Historia Roderici, Rodrigo Díaz derrotó por completo en Cabra a García Ordóñez y a los caballeros que le acompañaban, causando a su hueste numerosas bajas, obtuvo a sus expensas un importante botín y retuvo cautivo al conde durante tres días. El Cantar del Mío Cid añade el dato, célebre pero improbable, de que el Cid, además, le infringió la suprema vejación consistente en mesarle las barbas. Las fuentes cidianas señalan que aquella acción del Campeador, en contra de quien disfrutaba del favor real, se halla en el origen de su ulterior desavenencia con Alfonso VI.
El segundo episodio destacado en la confrontación del Cid con García Ordóñez se produjo bastantes años más tarde, en 1092, con motivo de una acción que Alfonso VI, con el apoyo del rey de Aragón, del conde de Barcelona y de las flotas de Génova y de Pisa, emprendió sobre el Reino de Valencia, con la intención de imponer sobre esa ciudad el protectorado castellano, objetivo que finalmente el Rey no pudo conseguir. Entretanto el Campeador, que veía amenazados todos sus proyectos, tomó represalias no en contra de su Rey sino sobre los dominios de García Ordóñez, su inveterado adversario, a quien consideraba un mal consejero de Alfonso VI, y, con apoyo de tropas de la taifa de Zaragoza, se adentró en La Rioja, saqueando su territorio a sangre y fuego al decir de las crónicas. García Ordóñez, si bien desafió inicialmente al Campeador, rehuyó el combate, y Rodrigo Díaz, finalizada la campaña, pudo retirarse con acopio de botín y abundancia de cautivos. Aquella acción del Cid, de apariencia reprobable, señaló el final de la tensión existente entre él y Alfonso VI.
La crónica de Jiménez de Rada recoge la noticia de que Alfonso VI confió a García Ordóñez la crianza de su hijo y heredero, el infante Sancho, habido de las relaciones del Rey con la princesa musulmana Zaida. En la primavera de 1108, el rey Alfonso, ya anciano y achacoso, puso a su hijo, del que las fuentes dicen que “era todavía niño”, al frente de un ejército importante, del que formaban parte el conde García Ordóñez, ayo del príncipe, Alvar Fáñez y otros condes y capitanes de la región de Toledo, con el objetivo de liberar la plaza de Uclés, a la que había puesto sitio Tamín, hijo del emir almorávide Alī b. Yūsuf. La batalla se celebró en los alrededores de Uclés el 29 de mayo de 1108. Tras una carga inicial victoriosa de la hueste cristiana, los contingentes de Murcia y Valencia desbordaron por las alas a los castellanos y envolvieron su campamento. El infante y García Ordóñez, con otros muchos caballeros, trataron de refugiarse en el castillo de Belinchón, donde murieron, a manos, al parecer, de los mudéjares que allí vivían. La misma crónica, inspirándose en un cantar de gesta o romance, refiere que el conde murió con dignidad sobrecogedora, protegiendo con su cuerpo al de Sancho, cuyo caballo se había derrumbado.
El juicio peyorativo de Ramón Menéndez Pidal sobre García Ordóñez, a quien califica de “la más alta eminencia de vulgaridad”, no se justifica, pues fue un eficaz servidor de su Rey en muchas empresas, repoblador y procónsul de La Rioja, donde aseguró con éxito el proceso de su incorporación a la Corona de Castilla, agente activo asimismo de las aspiraciones de Alfonso VI en dirección al Ebro y repoblador de los páramos de Numancia.
Bibl.: J. de Moret, Anales de Navarra, vol. II, Pamplona, Imprenta de Pascual Ibáñez, 1766, págs. 115b y 190a-192b; A. Huici Miranda, Las grandes batallas de la Reconquista durante las invasiones almorávides, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1956, págs. 104-109 y 115-116; R. Menéndez Pidal, La España del Cid, Madrid, Espasa Calpe, 1969 (7.ª ed.), 2 vols., págs. 163-164, 211, 223-224, 259, 419, 422, 526, 715-716 y 841; B. F. Reilly, El reino de León y de Castilla bajo el rey Alfonso VI, Toledo, Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos, 1989, págs. 103, 109, 153-156 y 256; A. Gambra, Alfonso VI. Cancillería, Curia e Imperio. I. Estudio, León, Centro de Estudios e Investigación San Isidro, 1997, págs. 486 y 597-599; M. Á. Ladero Quesada, “I. León y Castilla”, en M. Á. Ladero Quesada (coord. y pról.), La reconquista y el proceso de diferenciación política (1035-1217), en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España Menéndez Pidal, vol. IX, Madrid, Espasa Calpe, 1998; G. Martínez Díez, El Cid histórico, Barcelona, Planeta, 1999, págs. 83, 99-102, 247-250 y 365; Alfonso VI. Señor del Cid, conquistador de Toledo, Madrid, Temas de Hoy, 2003, págs. 61-63 y 122.
Andrés Gambar Gutiérrez.
http://dbe.rah.es/biografias/14230/garcia-ordonezСвадба: <37> ♀ Maria Sanchez de Navarra [Navarra]
Титуле : изм 1093 и 1124, Señor de Vizcaya, III
Смрт: 1124
Tercer señor de Vizcaya, conocido con el apelativo de el Blanco, nacido hacia 1070 y muerto en 1124. Durante su gobierno Vizcaya pasó a control aragonés y no volvió a la órbita castellana hasta el señorío de su sucesor.
Fue hijo de don Lope Íñiguez y de doña Tecla. Heredó el señorío de Vizcaya a la muerte de su padre, en 1093, mientras que Lope González, casado con su hermana doña Toda, recibió la tenencia de Álava, después de que ambos señoríos hubieran estado unidos durante el gobierno de don Lope. Después de la muerte de su primera esposa, doña Aldonza Díaz de Castro, con quien no tuvo descendencia, se desposó en segundas nupcias con María Sánchez y tuvo cuatro hijos: don Lope Díaz de Haro I, don Sancho, don Fortuño y don Gil.
Su señorío coincidió con los últimos años de reinado de Alfonso VI y la turbulenta época del reinado de doña Urraca, casada con Alfonso I el Batallador, rey de Navarra y Aragón. Don Diego tomó partido en la guerra civil entre ambos esposos por el bando castellano y en 1112 participó en la batalla de Castrojeriz. Poco después fue desposeído de la Rioja por el rey don Alfonso, que entregó su señorío a Fortún Garcés, de acuerdo con la política de sustitución de condes adictos a Castilla por personajes pro-aragoneses. En 1113 fue despojado de Vizcaya, que el rey entregó a Lope Íñiguez, de Guipúzcoa. Pero después de la reconciliación que tuvo lugar entre Urraca y Alfonso en 1113, el rey aragonés no necesitó de los servicios del guipuzcoano al frente de Vizcaya y volvió a entregar su tenencia a don Diego, que obtuvo además el dominio de Álava. Hacia 1115 añadió Haro a sus posesiones y construyó allí un castillo para oponerse a la influencia del rey don Alfonso. Desde 1117 tomó Haro como parte de su apellido, apelativo que desde entonces usaron los señores de Vizcaya. Pero en 1116 todo Vizcaya y las Encartaciones volvieron a caer en poder de Alfonso el Batallador. Diego López de Haro murió en 1124, cuando aún permanecía el señorío de Vizcaya en manos aragonesas. En 1126 Lope Díaz de Haro I, hijo de don Diego volvió a recuperar su dominio, al mostrarse adicto a Alfonso VII de Castilla.
Bibliografía
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SERRANO, L. Orígenes del Señorío de Vizcaya en época anterior al siglo XII. Bilbao, 1941.
VVAA. Edad Media y Señoríos: el Señorío de Vizcaya. Bilbao; Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Vizcaya, 1972.
JMMT
Autor
Juan Miguel Moraleja Tejero : http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=lopez-de-haro-diego-sennor-de-vizcaya8
1381/8 <105+?> ♂ Inigo Lopez de Mendoza I [Mendoza]Титуле : Señor de LLodio II, al que añadió el señorío de Burgos, Soria y Castilla la Vieja
Свадба: <41> ♀ Maria Garcia Salvadorez [Salvadorez]
Титуле : Señor de Cuéllar
Титуле : 1097, Conde de Bierzo
Смрт: 1101, Léon
Титуле : I Señor de Ayala.
Свадба: <43> ♀ Juliana de Íñiguez [Íñiguez]
Титуле : 1065, Roi de Castille
Смрт: 1075
Титуле : од 1054, Rey de Pamplona.
Смрт: 4 јун 1076
Титуле : 1065, Rey de León.
Титуле : 1072, Rey de Castilla.
Титуле : 1085, Conde de Portugal.
Титуле : 1090
Смрт: 1 јул 1109, Tolède
Титуле : 1063
Свадба: <46> ♀ Isabel d'Urgell [Urgell]
Развод: <46!> ♀ Isabel d'Urgell [Urgell]
Свадба: <47> ♀ w Félicie de Montdidier-Roucy [Montdidier-Roucy] d. 3 мај 1123
Титуле : 1076, Roi de Pampelune
Смрт: 4 јун 1094
Смрт: 17 јул 1186
Смрт: 1065
Титуле : Alférez Real de Castilla. desde el año 1158
Свадба: <51> ♀ Mencia Arias [?]
Свадба: <52> ♀ Aldonza Rodriguez de Castro [Castro]
Титуле : изм 1124 и 1170, IV Señor de Vizcaya. Desde el año 1124 hasta el 1170.
Смрт: 1170
Conde castellano, hijo de Diego López de Haro I y de María Sánchez. Desposeído de los territorios vizcaínos —señorío familiar— tras la derrota y muerte de su padre frente a las tropas de Alfonso el Batallador (1124), se mantuvo fiel a la Casa Real castellano-leonesa.
En la primavera de 1126 acató al nuevo soberano, Alfonso VII, junto a quien luchó por recuperar el control de los territorios castellanos y riojanos aún en poder del Batallador. Por entonces, Nájera, plaza muy vinculada a los Haro, estaba en manos de nobles afines a Alfonso I y lo mismo podría decirse del señorío vizcaíno. En lo que respecta a los territorios vascos, las paces de Támara (1227) legitimaron el control navarro de aquellos territorios, en manos del conde Ladrón desde la derrota de Diego López de Haro.
La reacción castellano-leonesa se vio beneficiada por la muerte de Alfonso I de Aragón y la restauración de la independencia navarra por García Ramírez.
En mayo de 1135, se halla Lope Díaz de Haro al frente de la Vizcaya nuclear, aunque Durango y las comarcas guipuzcoanas permanecieron en manos del rey García. No obstante, Alfonso VII, que había asumido la dignidad imperial, no tardó en aceptar el vasallaje de García IV, reconociendo su posesión de los territorios vascos bajo fórmulas de vasallaje. El desplazamiento de los Haro se vio completado con la permanencia del conde Ladrón Íñiguez en Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, si bien un nuevo enfrentamiento armado le deparó su captura y derrota por las tropas castellanas. El conde fue obligado a prestar vasallaje a Alfonso VII y a reconocer la incorporación de Álava a Castilla, mientras que Vizcaya y Guipúzcoa permanecían bajo soberanía navarra a cargo de Vela Ladrón, hijo del anterior.
Entre tanto, Lope Díaz de Haro I vio recompensada su fidelidad a Alfonso VII con la dignidad condal, la concesión de tierras al oeste del río Nervión, entre ellas las Encartaciones, y la tenencia de varias comarcas y fortalezas de Castilla la Vieja y La Rioja occidental.
Incluso se llega a documentarle al frente de Álava durante el sometimiento del conde Ladrón, aunque algo debió empañar la relación entre Alfonso VII y su vasallo, pues el conde Lope desaparece de la Corte en 1140. El motivo de la desavenencia pudo estar en el reconocimiento del dominio navarro sobre Vizcaya o en algún desacuerdo sobre los territorios y tenencias entregados a su cargo. De hecho, la actitud hostil de García Ramírez en los años previos, pese a haber jurado vasallaje al Emperador, fue solventada con nuevas paces en 1140, que volvieron a sancionar el control navarro de los territorios vascos.
No se sabe si Lope Díaz de Haro I participó en la conquista del Alto Valle del Guadalquivir y la ciudad de Almería (1147), pues nada dicen las fuentes.
No obstante, parece que había recuperado el favor regio, aunque ello no evitó nuevos acuerdos entre Alfonso VII y la familia Ladrón, quienes confirman en los diplomas de Sancho III desde 1153, aún bajo la autoridad del Emperador. La presencia de Don Sancho III en Nájera explica la vinculación de Lope Díaz de Haro I con el que sería sucesor de Alfonso VII, pues el conde era tenente de aquella localidad y se había asentado en las comarcas del Alto Ebro. En los primeros meses de 1158, al poco de acceder Sancho III al trono castellano, se halla al magnate a cargo de la alferecía regia, sin abandonar su decidida participación en el gobierno y defensa de La Rioja durante los años difíciles que siguieron a la muerte del Soberano.
Las disputas políticas durante la minoría de Alfonso VIII, cuya Corte se encontraba dominada por los Lara, ampliaron el poder de Lope Díaz de Haro, pues la conflictividad reinante en las comarcas fronterizas de Castilla y León dejaron el sector nororiental en manos del tenente de Nájera, que también controlaba Castilla la Vieja y Trasmiera. El conde Lope Díaz gozó de gran autonomía y poder en los territorios bajo su mando, en connivencia con los Lara. Esta actitud encontró su paralelismo en las alianzas matrimoniales, pues Lope Díaz de Haro casó con Aldonza, dama gallega emparentada con los Traba y, por tanto, familiar de Teresa Fernández, esposa de Nuño Pérez de Lara. A su vez, dos de las hijas de Lope Díaz enlazaron con Álvaro Pérez y Pedro Rodríguez de Lara, mientras que su hijo y heredero, Diego López de Haro II, contrajo esponsales con María Manrique de Lara.
Los ataques navarros en torno a 1163, cuando Sancho VI llegó a ocupar Logroño, Álava, Grañón y otras localidades de la región, evidencian la debilidad castellana durante aquellos años. Sin embargo, no se puede olvidar que esta fecha coincide con la marcha del conde Vela Ladrón, noble navarro que había acudido a la Corte castellana unos años antes y que estuvo al frente de Álava y gran parte de Vizcaya antes, durante y después de su presencia en Castilla, pues su regreso a la obediencia navarra supuso el retorno a este reino de las comarcas vascas que controlaba. En momentos como éste se demostró la valía del conde Lope Díaz y el oportunismo de sus acuerdos con los Lara, pues los castellanos no tardaron en recuperar posiciones en La Rioja, hasta que las paces de 1167 pusieron formalmente fin a las hostilidades. Eso sí, reconociendo la ocupación navarra de Logroño.
La confianza que los Lara otorgaron a Lope Díaz de Haro I se plasma perfectamente en 1165, cuando el conde y su yerno Álvaro Pérez de Lara se encargaron temporalmente de la custodia del joven Alfonso VIII.
El magnate aprovechó la ocasión para beneficiar al monasterio najerense de Santa María la Real, contando con la complicidad de Álvaro Pérez de Lara y Pedro Jiménez de los Cameros. Eran momentos difíciles, pues a los conflictos existentes con el reino de León se sumaba la continua hostilidad navarra en La Rioja, frenada por la presencia del conde Lope Díaz de Haro en Nájera y su fidelidad, como la de los señores de los Cameros, a Alfonso VIII. Es posible que la dificultad de defender los territorios a su cargo llevara a Lope Díaz de Haro a renunciar al control de Castilla la Vieja, en manos del conde Nuño Pérez de Lara en 1169, aunque mantuvo el gobierno de Nájera.
El conde Lope Díaz de Haro I pudo contemplar el acceso de Alfonso VIII a la mayoría de edad, pero no vivió mucho más, pues falleció en la primavera de 1170. Fue entonces cuando el conde Nuño de Lara, anterior regente de Castilla, recibió la tenencia de Nájera.
En lo que respecta a Vizcaya, la parte oriental del señorío y los territorios de Álava estuvieron controlados por la familia Ladrón, por lo que Lope Díaz de Haro sólo pudo transmitir a su hijo el gobierno del sector occidental vizcaíno, próximo a su tenencia de Trasmiera.
Lope Díaz de Haro I había casado en dos ocasiones, sin que se conozca el nombre de su primera mujer.
De este enlace nacieron Lope y Sancho López, aparte de otras dos probables hijas, Sancha y María.
Sin embargo, su descendencia más destacada fue la habida en la condesa Aldonza. De este matrimonio nacieron Diego López de Haro II, que le heredó al frente de su parentela y dominios, y Rodrigo, García, Urraca, Mencía, Estefanía, Aldonza, Elvira y Toda López. De ellos, aparte del mencionado sucesor, son de destacar Urraca López de Haro, reina de León por su matrimonio con Fernando II, y la condesa Mencía, que llegó a ser abadesa del monasterio de San Andrés de Arroyo y testamentaria de Alfonso VIII.
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